La semana pasada el veloncito que había comprado en los chinos fue a parar al tacho de basura. Sí, ese con la foto del santo de trabajo. Cayetano, lo conocemos, una celebridad entre los santos locales.
En plan cabulero, y de ponerle un poco de fé y confianza a los proyectos laborales, solía encender su mecha y dedicarle unos segundos de atención. Transmisión de energía o ¿cómo llamarlo?
Pero después de tantos 'no' y proyectos que florecieron truncos, decidí descartarlo. Un poco con bronca y otro poco, en concordancia con este marco metafísico, estimando que podía estar atrayendo mala onda.
Seguro que el pobre Santo no le creyó a la transmisión de efluvios de mi parte goy, esa siempre tan rezagada por mi participación, mi apego, mi asimilación al pueblo 'elegido', ¿cuál va a ser? El pueblo de Israel!
Entonces supongo que, de seguro, el santo habrá calculado: "a esta miti miti que cuando le conviene es judía y cuando necesita es católica, minga le voy a prestar algo de mi poderosa mi ayuda celestial!".
Así que bueno, ahí te fuiste veloncito de S.C.
¿Estarás ahora quizá en uno de los basurales de GBA? O, quí lo sá, tal vez en el santuario de algún cartonero que, si tiene algo de fé, un poco más genuina que la de tu anterior propietaria, espero que te dignes por fin a ayudar.
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