En uno de mis recuerdos más fuertes del jardín de infantes estamos preparando una escenita por el 25 de mayo. Hacen una ronda y nos dicen que las niñas nos vamos a vestir de damas antiguas y los niños de caballeros de época. Cuando la maestra pregunta quién hace el rol de negrita vendedora de empanadas se hace un silencio sepulcral en el salón y la que escribe levanta su manito tímida.
Resultado: salí en tooodas las fotos de mis compañeros de jardín con la cara pintada con corcho quemado y mucha pero mucha actitud.
Hace unos meses que soy cuasi vegetariana con tendencia macrobiótica (esto es: prescindir lo más que pueda de comer harinas o azucares refinadas): Según mis reglas movedizas esto se traduce en que no soy fiel a ningún dogma y como muchas verduritas pero si me invitan a un asado puedo cazar una costillita al vuelo o si me convidan sushi (¡esto no pasa tan seguido!) allí estaré palitos en mano. Estoy experimentando con mi cuerpo y viendo cómo le sienta comer lo más sanito y casero posible. Por razones ecológicas, porque es delicioso, porque X, qué te importa, POR QUE SÍ.
¿Qué pasa con esta decisión? El 99,9 % de los almuerzos como verduras y por la tarde ingiero unas galletas de arroz no muy sabrosas (lo acepto!) con queso blanco. He recibido reproches u observaciones en tono de sorna por parte de mis compañeros. Así como planteos incisivos tales como “¿comes verduras? Entonces también estás matando la vida” “¿No comés carne? Estás loca, si a las vacas las siguen matando igual” y reflexiones sesudas del estilo que no hacen más que demostrar cierta inseguridad o ataque del que pregunta.
Qué bueno que sería no tener que dar explicaciones y que los demás tampoco las pidan por las decisiones personales. Salir a mostrar un abanico de argumentaciones de porque uno decide hacer X en lugar de Y. Sería lindo que si uno da explicaciones no reciba ataques o señalamientos simplemente por lo que deseo ingerir. it´smybussinessbro!
imagen: http://www.flickr.com/photos/gamene/4249932666/in/photostream/
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