La verdad Clara

En una de nuestras primeras charlas largas, Clara me contó su secreto. Habíamos ido a comprar un regalo para alguien de la oficina y cuando caminábamos de regreso comentó sin balbuceos que su papá, ya muerto, había sido parte de un Grupo de Tareas durante la última dictadura militar. Algo retumbó en mi cabeza y no supe muy bien qué decir.

Tampoco pude acotar demasiado cuando narró que entre los pocos recuerdos que tiene lo ve a su padre llegando a cualquier hora a su casa o escucha las voces de sus hermanas arriesgando que algún juguete con el que Clara jugó pertenecía a otra familia, tal vez secuestrada o asesinada.

Sentí un crac en la cabeza cuando asocié a esta fanática de Charly y Spinetta con un progenitor tan sucio y porfiado. La misma chica que insitía con el mismo disco de la época de oro del rock argentino en el cubículo de la agencia.

Con los meses descubrí en Clara el yunque cargado por los familiares de esas personas inexplicables que son los verdugos. La fragmentación que sufren los hijos que, gracias a no sabemos qué mecanismos, hoy piensan tan distinto a sus padres de sangre.

Clara hace poco usó la frivolidad de las redes sociales para mostrar su verdad y denunciar a su propio padre y a sus tíos, y publicó una lista en la que esos oscuros personajes aparecen como los cómplices del órden del terror de los 70. Convirtió la liviandad del muro de Facebook en una pared desde la que gritó su verdad a todos sus "amigos".

Ella quiere otra historia para sus hijas. La puedo ver con sus ojos rasgados en delineador negro y su figura menuda, tal vez enojada con su pasado pero preparando seguro un futuro mucho más claro para los suyos.